18 ago 2015

Los Futuros en el Muro

Hay futuros tras las paredes de mi nuevo ático, como cortinas de seda de variados colores que se retuercen y entrecruzan mientras fluyen en direcciones imposibles. Los primeros días, cuando apenas podía escuchar el sordo murmullo de la entropía, pensé que se trataba sólo de ratas, pero tras la primera noche que pasé en vela comencé a intuir que se trataba de algo distinto que escapaba a mi entendimiento. Líneas temporales heptadimensionales, futuros que a veces son como prismas y a veces son viscosos, futuros que son venideros sólo porque yo los siento. Habitualmente sólo se me presentan cuando no puedo mirarlos, cuando mis ojos están cerrados o enfocados en lugares distintos, cuando he olvidado que existe nada aparte del presente. Otras veces deambulo por el pasillo con mis brazos abiertos, dejando que mis dedos rocen tan siquiera el sucio papel de las paredes y entonces puedo sentirlos, negándose el uno al otro cuando no sumándose o intersectándose. Vivo últimamente en un estado de constante fiebre, con todos mis quizás agazapados tras los ladrillos de mi casa de renta nueva, ignorándome pero haciéndose presentes. Veo catástrofes y pequeñas miserias, todas ellas con la misma claridad. Escucho el llanto del nacimiento de infinitos niños, fruto de las infinitas combinaciones de infinito esperma e infinitos óvulos. Por el rabillo del ojo veo las siete mil maneras en las que esta casa se desplaza hacia delante a través de la cuarta dimensión. En un futuro las paredes siguen en pie, testarudas resistentes a la erosión natural y a la dejadez humana. En otro, yo mismo las he tirado abajo, incapaz de soportar lo que ocultan. En un tercero, las paredes son cristal y datos fluyen por ellas en pequeños latidos de luz. Cuando me tumbo en mi cama es aún peor: porque entonces, por la pequeña grieta entre el mal colocado rodapié y el yeso de la pared, en lugar del aislamiento térmico puedo ver el fin del tiempo, el triunfo definitivo del desorden y el frío. Y entonces sí que tengo miedo. Pues si puedo verlo, asumo que en todo futuro sigo yo, eterno testigo del destino.

Texto aparecido en Homo Velamine nº7

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