Complicada es la vida del escritor que sólo es capaz de hacerlo desde sus entrañas. El artista, el esteta, el ingeniero de la palabra: ese es el afortunado. ¿Qué hace el escritor primario, el escritor que necesita sentir como si una entidad le poseyera o la musa le violara, cuando el verbo no fluye? ¿Cómo escribe cuando su interior es plácido y su vida feliz? ¿Cómo contacta con su lado más oscuro y vuelve a escupir sobre la página? ¿Pretende estar desesperado? ¿Se engaña a sí mismo hasta ese punto sólo por ser capaz de volver a escribir? ¿Llega su anquilosamiento hasta el nivel de que desea volver a vivir en desgracia y añora el dolor?
¿O simplemente deja de escribir?
Creo que el auténtico escritor es el que no tiene clara la respuesta a este dilema, o quizás sea el que opta por la primera opción sin dudarlo. No creo que lo sepa nunca.
La magia de la poesía es que duele.
ResponderEliminar(Aquí tienes nueva fiel seguidora.)