A primera vista, el proyecto de Mars One parecía claramente definido: tras un largo proceso de selección, los cuatro candidatos seleccionados pasarían un periodo de entrenamiento en la Tierra durante diez años y después serían enviados en un viaje de ida al planeta rojo para construir allí una colonia permanente. Ese morboso detalle fue dejado claro desde el principio, y los medios se encargaron de hacer especial hincapié en él: el viaje era únicamente de ida. Ninguno de los colonos volvería jamás a pisar la Tierra. Mars One publicó estimaciones de costes que eran miles de millones inferiores que ninguno de los proyectos de viaje tripulado que NASA había propuesto a lo largo de los años, planeando utilizar tecnología ya existente para así construir su programa espacial desde cero y subcontratando toda la construcción necesaria a la creciente industria aeroespacial privada. Según su plan, la mayor parte de los ingresos necesarios para su ambicioso proyecto iban a proceder de los derechos de emisión y del dinero recibido de los anunciantes en un reality show que iba a seguir la vida diaria de los cuatro últimos candidatos durante su larga misión de aprendizaje y que después continuaría emitiendo desde la colonia marciana, en directo y perpetuidad. Con este dinero, Mars One sería capaz de obtener la tecnología que para 2020 diversas compañías privadas como SpaceX habrían podido perfeccionar. La misión se encontraba abierta a todo el mundo, sin necesidad de cumplir ningún requisito aparte de encontrarse en un buen estado de salud física y mental.
Desde el momento de su primer anuncio, Mars One comenzó a recibir una variedad de críticas por parte de científicos e ingenieros, críticas que iban desde expertos que consideraban sus estimaciones de coste ridículamente bajas a otros que señalaban con curiosidad la aparente falta de cualquier tipo de estudio científico serio por su parte y la total dependencia de su proyecto en tecnología que aún se encontaba en desarrollo. Las primeras dudas formales sobre lo que Mars One estaba prometiendo fueron articuladas en un estudio publicado por el Massachussets Institute of Technology en 2014. Este ensayo, tras estudiar las estimaciones y la escasa información técnica colgada en el sitio web de la compañía Mars One, concluyó que la inmensa cantidad de repuestos necesarios para la colonia marciana tendría que ser más de la mitad de la masa llevada a Marte desde la Tierra, causando que los costes previstos se dispararan, y -más preocupantemente- predecía que, a no ser que se desarrollara tecnología radicalmente avanzada y explícitamente diseñada para lidiar con el problema, el oxígeno necesario para hacer crecer cultivos en la colonia marciana pronto crecería hasta niveles letales para los seres humanos. La conclusión final del estudio era completamente devastadora: una colonia marciana que siguiera los parámetros establecidos por Mars One dejaría de ser habitable 68 días tras la llegada al planeta. La vaga descripción del proceso de selección tampoco resultaba muy convincente: sin conocer las especificaciones técnicas de la nave que tendría que llevar a los cuatro candidatos a Marte y sin tener ninguna idea de la tecnología que la colonia tendría que utilizar, los expertos no veían manera de poder seleccionar y entrenar a la gente que se tendría que encargar tanto de mantener nave y colonia en marcha como de repararlas cuando algo inevitablemente fuera mal. ¿Cómo se puede hacer una selección de personal cuando ni siquiera se saben los trabajos necesarios?
A finales de 2014, un reportaje de investigación de la periodista australiana Elmo Keep, que se pasó más de un año investigando a la extremadamente opaca organización y entrevistando a uno de los candidatos, sacó todas estas dudas a la luz: su artículo no sólo muestra la absoluta falta de cualquier plan específico o de cualquier tipo investigación seria, sino que pinta al candidato entrevistado como a un individuo con un pasado de tendencias suicidas buscando algún tipo de sentido para seguir viviendo. Los problemas éticos asociados a la misión sólo de ida se convirtieron en el nuevo tema de conversación sobre Mars One: ¿era correcto que una compañía privada hiciese lo que NASA y las otras agencias espaciales jamas podrian hacer, es decir, mandar a gente desesperada a sus más que probables muertes por razones principalmente económicas?
El artículo de Elmo Keep pareció cambiar la opinión pública general, pero no todo el mundo ha hablado en contra del proyecto Mars One. Samantha Walters, ingeniera del Jet Propulsion Lab, piensa que incluso si el proyecto jamás se convierte en realidad NASA podría ciertamente aprender mucho de la manera en que Mars One ha logrado emocionar a la gente con la idea de una misión a Marte. El doctor Robert Zubrin, un antiguo ingeniero de Lockheed-Martin que siempre ha pintado un escenario muy optimista sobre la próxima colonización de Marte usando tecnología e infraestructuras existentes, aparece listado como uno de los múltiples asesores científicos al proyecto Mars One y, aún aceptando que el reto es considerable, opina que "si nadie lo intenta, nadie lo logrará". Pero estas voces optimistas parecen estar disminuyendo en número y fuerza de manera constante. Cada vez se alzan más voces contra Mars One, y las preocupaciones de los críticos parecen razonables. El cacareado número de doscientas mil solicitudes fue súbitamente revisado cuando la compañía actualizó su web y discretamente cambió este número a poco más de cuatro mil. La empresa no ha mostrado ninguna prueba de que tenga tan siquiera el dinero necesario para comenzar la primera fase del proyecto y aparentemente ninguna cadena de televisión ha mostrado ningún interés en su reality. Mars One no tiene en la actualidad ningún contrato con ningún proveedor aeroespacial privado y ni siquiera tiene planes para la instalación donde los candidatos se supone que tienen que pasar su largo periodo de entrenamiento. Y el famoso proceso de selección por ahora no parece incluir ningún tipo de valoración psicológica, consistiendo en un breve entrevista a través de Skype.
Todo apunta hacia que Mars One nunca se materialice. La fecha original de lanzamiento ha sido revisada ya dos veces, estando ahora en la década de 2040. La falta de cualquier tipo de información técnica a favor de la viabilidad del proyecto muestra que, por ahora, Mars One es poco más que humo. No hay nada material que nos haga pensar que dentro de treinta años una nave espacial con el logo de Mars One vaya a estar volando en dirección a Marte. La principal duda ahora es si simplemente se trata de una cruzada idealista poco factible, o de si se trata de una mera estafa. El doctor Joseph Roche, uno de los últimos candidatos, recientemente dio la primera perspectiva interna sobre Mars One, explicando que alguno de los otros candidatos había pagado para poder estar en la lista final y que a todos ellos se les sugería que "donaran" a Mars One cualquier dinero obtenido por apariciones en los medios. Considerando que la clase de dinero que Mars One necesita está en los miles de millones de dólares, este tipo de pequeña "donación" o de pequeño "incentivo" ciertamente más digno de un trilero que de un científico. Si Mars One resulta ser lo que realmente parece ser, un tocomocho a gran escala, el golpe recibido tanto por la incipiente industria espacial privada como por cualquier futura iniciativa podría ser devastador, y nuestros sueños de pisar Marte podrían volver de nuevo a la ficción.
El panorama ciertamente no parece bueno, pero aún quedan esperanzas de que la conquista de Marte, esa tarea pendiente de la carrera espacial, pueda ser llevada a cabo, aunque quizás no durante nuestras vidas y probablemente no a manos de la compañía Mars One. La doctora Ellen Stofan, científico jefe de NASA, tiene sus propias ideas sobre cómo conseguir la financiación necesaria para una misión de este calado: si el plan para poner un ser humano en Marte fuese en fases, en lugar de apostarse todo a una carta como propone Mars One, también el gasto sería escalonado, haciendo así mucho más simple que NASA pudiese ajustar sus presupuestos, especialmente una vez que la Estación Espacial Internacional sea terminada y el dinero utilizado anualmente en ella quede disponible para otras empresas. Quizás simplemente necesitamos reconocer que, aunque la idea de llegar a Marte sea emocionante, nos conviene más pacientes y hacer las cosas paso a paso y con cuidado. Y la próxima vez podemos evitarnos el disgusto de haber depositado todas nuestras esperanzas en un proyecto ostentoso que, a pesar de su arrogancia, no parece que jamás vaya a poder alzar el vuelo.
Para saber más:
- Do, Sydney, et al. "An Independent Assessment of the Technical Feasibility of the Mars One Mission Plan." Dspace@MIT. Massachussets Institute of Technology, 3 Oct. 2014.
- Keep, Elmo. “All Dressed Up for Mars and Nowhere to Go.” Matter. Medium.com, 10 Nov. 2014.
- Keep, Elmo. “Mars One Insider Quits Dangerously Flawed Project.” Matter. Medium.com, 16 Mar. 2015.
- Mars One. Mars One, 2015. Web
- Tisdell, Dan. "Life on Mars." Flight International 185.5443 (2014): 20-26. Applied Science & Technology Full Text (H.W. Wilson).
- Walters, Samantha. "Upside Of Mars One Venture." Aerospace America 53.6 (2015): 24-25. Applied Science & Technology Full Text (H.W. Wilson).
- Zubrin, Robert. The Case for Mars. New York: Simon and Schuster, 2012.